lunes 02 de mayo - 2016

LA HISTORIA DE ADOLFO 2 

 -No lo sé. Tenemos que averiguar como ha caído un trozo de la estrella... - dijo Aurelio. Cuando se dieron cuenta, Deybisy ya se había dormido profundamente.
En seguida ambos se pusieron en marcha. Eran las 12 de mañana. Tenían 24 horas. No había tiempo que perder. Salieron de la cabaña en dirección a mas alta del mundo y llegaron a un bosque bastante espeso que estaba repleto de animales peligrosos. Primero les atacó un águila. Por suerte Aurelio tenía en su botiquín de emergencia un bisturí con el que se defendieron. Después les atacó un oso y Adolfo le lanzó alcohol etílico de 90º del botiquín. Éste se fue corriendo al lago para aliviar el escozor de sus ojos a todo correr. Pero poco después volvió para vengarse con un ejército de sus amigas las abejas. ¿Qué harían ahora? Adolfo usó su brillante ingenio, y como se encontró una piedra en el suelo que no pesaba mucho, se la escondió tras la espalda. Entonces las abejas atacaron de frente. - Aurelio, ¡escóndete detrás de mí! - le gritó. Cuando las abejas estaban a punto de atacar a Adolfo, éste sacó la piedra y ¡rás! torció todos los aguijones preparados para el ataque. El oso, creyendo que eran dioses, salió corriendo despavorido.

Luego, entre una humareda que apareció de la nada, surgió un brujo al dispersarse. Se llamaba Nevaglavar, y les informó de lo que necesitaban saber. - ¿Tú sabes qué es lo que ha pasado con fugaz? - le preguntaron al unísono Adolfo algo temeroso y el doctor. - Resulta que tengo un hermano, que no es como yo. Ha capturado a la estrella y la quiere usar para sus planes maléficos - les contestó - Su plan es crear con ella nube mágica que eleve su castillo, inunde el mundo y provoque mi muerte. Una vez hecho ésto, resucitará a los muertos y les hará sus esclavos... -Entonces, ¿todo moriremos? - preguntó aterrorizado Aurelio. - Por desgracia sí, a menos que alguien haga algo... - le contestó Nevaglavar resignado... - Yo no puedo ni si quiera acercarme o moriría desintegrado. Ha intensificado la energía de fugaz, lo que es mortal para los magos - continuó explicando. - Pero vosotros sí que podéis. Os voy a dar dos amuletos que os ayudarán. Son dos estatuillas mágicas. Deberéis decir y lo harán - De repente, Nevaglavar desapareció dejando en su lugar una carroza con dos caballos grises. En sus manos tenían cada uno la estatuilla mencionada.

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